De entre las miles y miles de películas existen, un pequeño centenar de ellas son capaces de despertar en nosotros sentimientos que pocas veces mostramos, capaces de estimular nuestra glándula lacrimal hasta dejarnos sin lágrimas, capaces de provocar que nos planteemos cambiar en nuestra vida diaria. Esta cinta de la década de los 40 es un claro ejemplo de lo que hablo. Frank Capra, al que algunos tachan de realizar un cine optimista, socarrón y de soluciones milagrosas, comprende de qué están hechas las fibras sensibles humanas y sabe cómo tocarlas para producir el efecto deseado cuando se hace cine: no dejar al espectador indiferente. Generalmente, el cine o las películas de Capra (comprendidas en su contexto histórico) nos muestran a individuos capaces de enfrentarse con los poderosos a base de humanidad.
A parte del guión del propio Capra, Goodrich y Hackett, la interpretación de James Stewart (considerada por él mismo como la mejor de su carrera) dota al film de una calidad que pocas veces tenemos el placer de ver y disfrutar. Stewart, con su porte de delgadez y fragilidad se convierte en un hombre marcado por el devenir de un pueblo y una familia, en un hombre obsesionado por crecer y buscar la felicidad y que, hasta los últimos compases de la película no comprende que la tiene más cerca de lo que cree. George Bailey quedará en el corazón de este crítico aficionado para siempre y en el de muchas personas que ven en su personaje al hombre más feliz del mundo.
Seguro que habrán visto en multitud de ocasiones episodios de series de televisión o películas en las que a un personaje se le permite ver como sería su vida sin él. Pues bien está película lo inventó, y no sólo lo inventó sino que nadie (a mi entender) ha sido capaz de repetir semejante representación con el grado de ejercicio reflexivo que supuso y supone todavía hoy. No se equivoquen, no hay nada de conformista en aceptar ser feliz y Capra lo deja de manifiesto en cada plano.
Capra con mueve por su intimismo cinematográfico y por su crítica al humano que no sabe disfrutar con lo que tiene, quizás en algunos momentos exagere obligándonos a sentir pero recomiendo no resistirse porque vale la pena hacer una cura de humildad de vez en cuando.
En casa está película se ve cada año el día 25 de diciembre, más allá de los christmas y costumbres tradicionales, y más allá de las religiones e imposiciones culturales y consumistas, Capra nos permite la reflexión profunda sobre nuestra propia existencia y convierte la pantalla de nuestro hogar en la fuente del saber popular. Que nadie se la pierda.
Un saludo.
THE HARRY POTTER IN BEDFORD FALLS
Of the thousands and thousands of movies there, a small hundred of them are able to awaken in us feelings that rarely show, we can stimulate lacrimal gland to leave us without tears, which can cause us to consider changes in our daily lives. This film of the decade of the 40 is a clear example of what I mean. Frank Capra, which some dubbed as make an optimistic film, sly and quick fixes, understands how sensitive fibers are made of human touch and knows how to produce the desired effect when you film: Do not leave the viewer indifferent. Generally, films or films of Capra (within its historical context) show individuals able to cope with the powerful base of humanity.
A part of the script by Capra, Goodrich and Hackett, the interpretation of James Stewart (considered by him as the best of his career) gives the film a quality that rarely have the pleasure to see and enjoy. Stewart, with his demeanor of thinness and fragility becomes a marked man by the fate of a people and a family, a man obsessed with growth and pursue happiness, and that until the closing stages of the film does not understand that it is closer than you think. George Bailey will be at the heart of this critical fan forever and many people who see in his character the happiest man in the world.
Sure you have seen many times episodes of TV shows or movies where a character is allowed to see how your life would be without him. Well this film was invented, and not only invented but nobody (to my knowledge) has been able to repeat such a representation to the level of reflective practice and is still represented today. Make no mistake, there is nothing conformist Capra accept being happy and what makes it clear in each plane.
Capra moved by his intimacy with film and for his criticism of human who can not enjoy what you have, may at times go overboard but I recommend making us feel not resist because it's worth a humbling experience from time to time.
At home, this film is every year on December 25, beyond the Christmas and traditional customs, and beyond religions and cultural impositions and consumer, Capra allows us to deep reflection about our own existence and turns the screen our home at the source of lore. Let no one be missed.
A greeting.
valoracioncompartida.Felicidades
ResponderEliminarGracias Ramón. Recibe un cordial saludo y vuelve cuando quieras.
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